KANSAS CITY, MO — Travis Kelce, el ala cerrada estrella de los Kansas City Chiefs y tres veces campeón del Super Bowl, ha sido durante mucho tiempo un héroe local en el campo de fútbol americano. Pero su última jugada —una asombrosa donación de $3.3 millones para construir un refugio para los jóvenes sin hogar de la ciudad— ha puesto de relieve no solo su generosidad, sino también una oscura realidad que se esconde bajo el brillante horizonte de Kansas City: una crisis de personas sin hogar que crece vertiginosamente y que los líderes cívicos han luchado por contener.

El anuncio se produjo la semana pasada en una conferencia de prensa frente al Estadio Arrowhead de los Chiefs, donde Kelce, acompañado por líderes locales de organizaciones sin fines de lucro, presentó los planes para “Kelce’s Haven”, un centro multimillonario destinado a albergar y apoyar a jóvenes sin hogar de entre 16 y 24 años. “Crecí aquí y he visto sufrir a demasiados jóvenes”, dijo Kelce con voz firme pero cargada de emoción. “Es hora de darles una verdadera oportunidad de vivir, algo que esta ciudad no siempre ha hecho”.
El gesto, financiado a través de la Fundación 87 & Running de Kelce y donaciones privadas, promete 50 camas, programas de capacitación laboral y servicios de salud mental, un salvavidas para un grupo demográfico a menudo ignorado. Sin embargo, mientras la multitud aplaudía, surgió una historia más discreta: la donación de Kelce ha desvelado, sin querer, el oscuro secreto de Kansas City: una epidemia de indigencia que ha crecido a la sombra de su fama por las barbacoas y su gloria deportiva.

Kansas City, con una población de poco más de 500,000 habitantes, se ha enorgullecido durante mucho tiempo del encanto y la resiliencia del Medio Oeste. Pero bajo la superficie, las cifras cuentan una historia más sombría. Según un informe de 2024 de la Coalición para Acabar con la Falta de Vivienda del Gran Kansas City, el área metropolitana experimentó un aumento del 12% en la falta de vivienda en los últimos dos años, con una proporción desproporcionada de jóvenes. Se estima que, en una noche cualquiera, unas 2,000 personas duermen en la calle o en albergues, muchas de ellas en el centro urbano, a pocos kilómetros del estadio de los Chiefs.
“Es una crisis que hemos intentado ocultar”, admitió Sarah Jennings, defensora local que lleva más de una década trabajando con personas sin hogar. “Tenemos nuevos desarrollos en el centro, restaurantes de lujo y un equipo de fútbol ganador, pero hemos ignorado a los niños que duermen en sofás o en edificios abandonados”.
La donación de Kelce, si bien es un rayo de esperanza, ha suscitado preguntas incómodas. ¿Por qué, en una ciudad en pleno crecimiento económico y con gran repercusión nacional —gracias en gran medida a Kelce y a su sonado romance con Taylor Swift—, la situación de las personas sin hogar ha alcanzado niveles tan alarmantes? La respuesta, según los expertos, reside en una mezcla tóxica de aumento del precio de la vivienda, salarios estancados y recortes drásticos en los servicios sociales.